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martes, 19 de marzo de 2013

LAS NUEVAS ALFABETIZACIONES DEL SIGLO XXI

Por qué educar con TIC? Las nuevas alfabetizaciones del siglo XXI

EducarTIC1
Manuel Area Moreira
Universidad de La Laguna
Es un hecho constatable que el acceso a la tecnología y servicios digitales cada vez es más popular pudiendo calificarse ya como un fenómeno de masas. Los datos estadísticos de los últimos años atestiguan un notable incremento en la disponibilidad de la telefonía móvil, en el acceso a las computadoras e Internet o en los servicios de televisión digital no sólo en nuestro país, sino en el conjunto del planeta. Pero una cosa es la utilización de las tecnologías/máquinas y otra bien distinta es un uso inteligente y culto de la información y comunicación a través de las mismas.
EducarTIC
Creo que aquí radicará, en un futuro muy próximo, las diferencias y desigualdades sociales ante la tecnología: no en el acceso y disponibilidad de las mismas, sino en la calidad de uso. El mercado se está encargando de hacerlas disponibles: cada vez son más baratas, asequibles y de fácil manejo. Sin embargo, las diferencias vendrán dadas por lo que las finalidades y naturaleza de su uso. Aquellos grupos sociales con alto nivel formativo las emplearán con fines vinculados con la inteligencia y conocimiento colectivo. El acceso a la tecnología por parte de los individuos y grupos sociales sin la formación adecuada llevará a usos mecánicos o carentes de relevancia cultural, lo que provocará que los mismos sean más vulnerables a la dependencia tecnológica. Sin conocimiento adecuado el sujeto no desarrollará una apropiación significativa y valiosa de las herramientas digitales estando, en consecuencia, supeditado a ser manipulado por intereses ajenos a sus necesidades. El individuo que maneja distintas herramientas digitales, pero sin la suficiente capacidad crítica tenderá a realizar un uso consumista y seguramente sea un sujeto alienado y dependiente de la tecnología.
Desde mi punto de vista el problema de incorporar las TIC al sistema escolar, y de modo particular la denominada alfabetización o desarrollo de la competencia digital, debemos analizarlo como un problema sociocultural vinculado con la formación de la ciudadanía en el contexto de la llamada sociedad informacional, y debiera plantearse como uno de los retos más relevantes para las políticas educativas destinadas a la igualdad de oportunidades en el acceso a la cultura. La educación, sea en escenarios formales como las escuelas o no formales como las bibliotecas, los centros juveniles, los culturales o los telecentros, además de ofrecer un acceso igualitario a la tecnología debiera formar (o alfabetizar) a los ciudadanos para que sean sujetos más cultos, responsables y críticos ya que el conocimiento es una condición necesaria para el ejercicio consciente de la libertad individual y para el desarrollo pleno de la democracia. Equidad en el acceso y capacitación para el conocimiento crítico son las dos caras de la alfabetización en el uso de las tecnologías digitales.
Por ello, la alfabetización en la cultura digital de la web 2.0 es algo más complejo que el mero aprendizaje del uso de las herramientas de software social (blogs, wikis, redes, y demás recursos del cloud computing…). Desde mi punto de vista la incorporación de las TIC a las escuelas –como es el caso de los programas Escuela 2.0- debe plantearse como parte de una política educativa dirigida a facilitar el acceso a la tecnología y cultura digitales a todos los ciudadanos de modo que los niños y jóvenes conozcan los mecanismos técnicos y las formas de comunicación de las distintas tecnologías; posean habilidades de búsqueda, selección y análisis de la múltiple información disponible en la web; adquieran criterios de valor que permitan a éstos discriminar y seleccionar aquellos productos de mayor calidad e interés cultural; aprendan a comunicarse y colaborar en las redes sociales; estén cualificados para producir y expresarse a través de documentos de naturaleza audiovisual e hipertextual; sepan sacar a la luz los intereses económicos, políticos e ideológicos que están detrás de toda empresa y producto mediático; así como que tomen conciencia del papel de los medios y tecnologías en nuestra vida cotidiana. Lo que está en juego es el modelo social de la sociedad de la información. Lograr las anteriores metas significará que ese modelo de sociedad futura se apoye más en principios y criterios democráticos que en los meramente mercantilistas.
La educación con TIC, desde esta perspectiva, debe entenderse como algo más complejo que la mera dotación de recursos tecnológicos al aula o dar a cada estudiante un ordenador con conexión a Internet. Es una condición necesaria, pero insuficiente. Lo relevante, al menos desde un punto de vista pedagógico, es educar a los niños y niñas, a los jóvenes para la adquisición de las competencias intelectuales necesarias para interactuar tanto con la cultura existente sea en formato libros o de red, como para recrearla de un modo crítico y emancipador. Educarles para que sepan buscar información valiosa, analizarla y compartirla. Educarles para que sepan expresarse de forma culta a través de lenguajes diversos como el textual, el audiovisual e hipertextual. Educarles, en definitiva, para que sean ciudadanos alfabetizados en las nuevas formas de cultura del tiempo digital. Sin estas alfabetizaciones para toda la población no podrá producirse un desarrollo social armonioso y democrático de la sociedad del siglo XXI.
Manuel Area Moreira es Catedrático de Didáctica y Organización Escolar en la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna (España). Web: http://www.manuelarea.net/

REQUISITOS DE LA ESCUELA DEL SIGLO XXI

Requisitos de la Escuela del siglo XXI



En este artículo intentaré hacer una recopilación, a mi entender, de las necesidades “reales” que se han de cubrir para poder hablar de una Escuela del siglo XXI, o si a algunos les apetece más el vocablo, demasiado utilizado (y cansino) últimamente, la Escuela 2.0. Se trata de una entrada que permite numerosa retroalimentación, para así, poder ampliar esas exigencias, y poder llevar a cabo la necesaria transformación de nuestras aulas, dotadas de manera rápida y descontrolada con muchos cachivaches 2.0, a una imprescindible Escuela moderna ,que se aleje del modelo de Escuela anacrónico. También hemos de considerar interesante, un necesario período de adaptación, o de transformación, para poder analizar las necesidades y, poder ir modificando esa Escuela de manera gradual.
Las exigencias para esa transformación las podríamos dividir en tres grandes bloques: Tecnología, Currículum y Formación docente, y Gestión del cambio, de los que describo a continuación, a grandes trazos, las necesidades de cada uno de ellos.
Tecnología
Los elementos tecnológicos, que habría de poseer la Escuela del presente, para poder satisfacer las necesidades reales de la Educación actual serían:
  • Dotación individual del alumno, consistente en un ordenador, teléfono móvil, iPad u otro elemento similar, debiendo este elemento incorporarse una vez instaurada en condiciones la Escuela 2.0
  • Dotación individual para el docente, consistente en cualquiera de los elementos anteriores, además de suministrarle una conexión a internet para poder trabajar en su casa, con la finalidad de poder preparar material para su uso en el aula
  • Acceso a internet para cada estudiante, en la escuela y en casa. Sería ilógico no suministrar conexión a internet en el domicilio de los alumnos, puesto que mucho trabajo se realiza en red, y la Escuela 2.0 no se ha de restringir al horario escolar
  • Soporte en tiempo real de hardware y software, para que tanto alumnos como profesores puedan consultar sus dudas técnicas en cualquier momento y, desde cualquier lugar
  • Establecimiento de políticas de uso responsable de esa tecnología, ya que se ha de permitir que el alumno pueda usarla con toda seguridad
Currículum y formación docente
En referencia al currículum educativo y a la Formación docente, se habría de realizar lo siguiente:
  • Una formación adecuada para que todos los docentes supieran usar la tecnología y aplicar ese uso a su labor docente
  • Un desarrollo profesional continuo del docente, con programas de innovación y con unos contenidos educativos más flexibles
  • Una capacitación docente previa en el uso de nuevas tecnologías en el aula
  • Un currículum que favoreciera las oportunidades de aprendizaje para los estudiantes, pudiendo adaptarse individualmente a los alumnos para motivarlos y fomentar su autonomía
  • Una evaluación acorde con el cumplimiento de los requisitos y, mediante un adecuado sistema de superación de competencias
  • Una necesaria materia (para docentes y alumnos) sobre la seguridad y privacidad en la red
  • Un sistema educativo centrado en el alumno y, no tanto en el inmovilismo pedagógico actual, aunque para ello sea necesario un replanteamiento completo de la palabra “pedagogía”
Y, finalmente entraríamos en el último bloque, consistente en una Gestión del cambio, que tiene que venir marcada por:
  • Una colaboración entre alumnos, padres, docentes y administración para llevar adelante ese necesario cambio
  • Un estudio exhaustivo de ese cambio, con actos reflejos para poder modificar su camino rápidamente, en caso de que se observen disfunciones educativas
  • Una mejor redistribución del presupuesto destinado a Educación, ya que, incluso sin modificar su partida, se puede hacer una mejor gestión del mismo
En definitiva, unas ideas, un poco desorganizadas, que después de todo lo leído y analizado, he pretendido plasmar en este artículo, para poder llegar a esa Escuela del siglo XXI que nos merecemos.

REFLEXIÓN SOBRE EL FUTURO DE LA EDUCACIÓN

¿Profesores o pantallas?

Por: | 18 de marzo de 2013

Dos genios incomparables, Niels Bohr y Albert Einstein
¿Nos encaminamos hacia un futuro de ciencia-ficción en el que los jóvenes serán educados por una pantalla en lugar de por un profesor? ¿Serán las aulas unos ámbitos hipertecnológicos en los que los chicos tengan que estar más pendientes de sus auriculares injertados y sus artefactos holográficos que de interlocutores docentes de carne y hueso?
Ante preguntas como estas, es bueno evocar al gran físico cuántico danés Niels Bohr, de quién a menudo se recuerda su irónica advertencia: "Hacer predicciones es muy difícil, especialmente cuando se trata del futuro”. Menos a menudo se recuerda otra genial cita que dejaría totalmente en la cuneta a cualquiera que no fuera al menos un poquito físico cuántico: “Su teoría es disparatada, pero no lo suficientemente disparatada para ser verdad”.
Pues eso es lo primero que se me ocurre cuando tropiezo en las conversaciones o en los escritos con las encrucijadas del primer párrafo: quiero pensar que son escenarios disparatados. Y espero que no sean lo suficientemente disparatados para acabar siendo verdad. No me refiero al horizonte de las jóvenes generaciones actuales, sino el de aquellas otras que les sucederán: quizá los nietos de nuestros hijos. Pero antes de caer en la tentación de pontificar sobre el futuro prefiero evocar lo que dice en casos similares el periodista Rodolfo Serrano: “Lo más probable es que ya veremos y lo más seguro es que quién sabe”.
Planteadas estas dificultades sobre el arte de la adivinación del futuro, volvamos al tema de las nuevas tecnologías en la educación. Se trata de un asunto cargado de realidades, promesas y espejismos en considerables dosis.
En mi opinión, el poder de aceleración de la tecnología puede quedarse en puro fuego de artificio, o incluso agrandar la famosa brecha digital, si no median políticas estructurales de cierta complejidad, mucho más allá del gran esfuerzo económico y logístico que conlleva llenar las aulas de ordenadores, tablets o lo que venga después. Porque esa era la tentación de las Administraciones, al menos hasta que la crisis económica dejó bajo cero las inversiones educativas.
Juguemos por un momento a que no hay crisis y cuestionemos la manera de pensar de la mayoría de los Gobiernos. Esto es lo que piensan: nos embarcamos en un festival informático, llenamos las clases de aparatos y ahí acaba nuestra responsabilidad. Expresada con más elegancia, pero esa es su idea (equivocada).
Ordenadores en el aula
Pero no nos engañemos, el hardware por sí mismo no es la gran respuesta al desafío; en realidad, puede provocar un espejismo político con efectos adormecedores. Analizando las actuaciones y las declaraciones en materia de nuevas tecnologías se diría que no hay conciencia de una verdad elemental: para la integración de las nuevas tecnologías en la educación, aparatos e instalaciones son una condición tan necesaria como insuficiente.
La mayoría de los gobiernos se conformaban antes de la crisis (y sospecho que harán lo mismo después) con la dotación informática. No daban la debida importancia a la formación de los profesores para que integren las tecnologías en su metodología cotidiana. Por no hablar del estimulo al I+D de las editoriales (y, cada vez más, otras empresas de contenidos) para la reformulación de los contenidos con planteamientos digitales. Es mucho más fácil comprar aparatos que formar a los docentes o facilitarles el camino hacia las nuevas metodologías. Y, además, para qué negarlo, luce más en una campaña electoral.
Pero resulta lamentable que, por falta de formación docente y buenos contenidos, los planes vayan quedando en propaganda mediática y quincallería informática semiabandonada por los rincones del aula.
El aula cambiará
Por otro lado, a algunos docentes hay que recordarles que, si la inmensa mayoría de los ciudadanos está obligada intelectual y profesionalmente a manejar las nuevas tecnologías, mucho más lo están los profesores. No valen las coartadas, y mucho menos las defensivas invocaciones al hecho de que la pantalla nunca podrá sustituir al profesor. Ojalá no: ahí casi todos estamos de acuerdo. Pero esa no es la cuestión.
La verdadera cuestión es que, a medio plazo, el profesor que, con mil clases de argumentos, se automargine de las nuevas tecnologías será sustituido por otro profesor que tenga destrezas. No solo tecnológicas, sino también tecno-pedagógicas. Sin duda habrá un cambio en el papel profesional de los profesores que, en unos años (¿15 o 20?), lo hará irreconocible. Porque lo virtual ya es real y los docentes que rechacen enseñar con ayuda de las nuevas tecnologías simplemente no podrán cumplir con su trabajo, de la misma manera que no lo cumpliría un médico especialista que se negara a utilizar la tomografía axial computerizada.
De estas consideraciones se desprende, con lógica aplastante, la necesidad imperativa de cambiar la formación inicial de los nuevos profesores. No solo como usuarios normales de programas, sino como generadores y buscadores de contenidos tecnológica y didácticamente evolucionados.
Y tampoco podemos perder de vista también que las nuevas tecnologías proporcionan a las familias una posibilidad de información, comunicación y participación que ya no nos podemos permitir el lujo de desaprovechar. La instantaneidad comunicativa de hoy en día permite a profesores y centros establecer una vinculación enriquecedora no sólo con los alumnos, sino también con los padres, que, bien llevada, debe contribuir al acercamiento de las familias.
En definitiva, la posibilidad que las tecnologías ofrecen de romper el tiempo y la distancia ayuda en cierto sentido a hacer más transparentes los muros de las aulas y de los centros.
Otra cosa es que algunos docentes prefieran tener lejos a los padres. Pero entonces no deberían quejarse de que estos estén “demasiado lejos”.

lunes, 18 de marzo de 2013

EL NUEVO PROFESOR TIENE QUE SER UN EXPERTO EN COLABORACIÓN

Me pregunto si esta frase ” El nuevo profesor tiene que ser un experto en colaboración ” se ha convertido en un tópico que se repite con frecuencia pero que rara vez se lleva a la práctica . !Y no me extraña !, porque para se un experto en colaboración tenemos que haber sido educados previamente en inteligencia emocional , inteligencia espiritual ,entre otras ; sim embargo hemos educado en la inteligencia competitiva que premia más a los grandes Curriculum Vitaes; sólo miramos que ha conseguido cierta persona ¿ pero el cómo lo ha logrado ? queda rezagado a un segundo término.Así que irresponsablemente podemos poner en lugares de responsbilidad a los individuos más competitivos y no a perfiles más cooperativos, y así ,iremos reproduciendo este patrón cultural a un nivel exponencial, pues como demuestra la psicología social nos acercamos a los afines. Éstas personas de CV brillantes que han alcanzado lugares de prestigio social , caracterizadas por una extremada ambición ,se encargarán de mantener este status, para no verse obligagadas a entrar en las cultura colaborativa. Se rodearán de los suyos, proporcionarán una endogamia particular y exclusiva.



En mi última sesión de Formación del Profesorado, una profesora aludía a que sus compañeros no compartian su material pedagógico , por contrapartida apareció instantaneamente el patrón de la polaridad y la próxima aportación de otra docente, en este caso, fue una defensa ” En mi grupo de compañeros es todo lo contrario ” . Ambas pertenecian a especialidades que teoricamente deberían estar complementadas pero a la hora de la verdad no lo hacián. Esta sesión les sirvió para empezar a colaborar juntas..



Algo parecido me ocurrió en el aula al desarrollar una dinámica grupal , en la cual había que pasarse un -boligrafo- en simbolismo a – el testigo o estafeta- de las carreras de relevos entre los 7 pequeños grupos que componían el gran grupo. La resistencia era patente ,“mejor lo dejo el el vórtice de la pizarra que extender mi mano y esperar a la compañera de otro grupo “. Por el simbolismo que encerraba la actividad, en clases donde prima el aprendizaje colaborativo ,era menester dar la importancia a este pequeño gesto de incalculable valor simbólico…

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Y el deporte de carrera de relevos ilustra muy bien los contextos de colaboración porque se compite pero también se colabora. Y es que ambos conceptos son indisolubles . El problema estriba cuando ambos polos de la balanza no están equilibrados. Competir es algo instintivo, necesario pero nunca está justificado si va en detrimento de perjudicar a los demás. Colaborar es el cambio cultural que necesitamos si queremos mantenernos como especie y seguir avanzando en pos de una justicia social.

Hoy leí al profesor Jose Antonio Marina en su artículo ” Profesores para un mundo ultramoderno “ me gustó de manera extraordinaria, son de esas lecturas que merecen un post , lecturas donde realmente aprendes de una manera holográfica porque están escritas como gritos de esperanza , desde lo más hondo del ser humano…Explica ciertas afirmaciones que quiero dejar plasmadas , para asi poder compartir y colaborar en cualquier idioma, ( hay un traductor si abres con el navegador de google chrome ) con cualquier lector de este blog .

PD: ¡ Saca tiempo para leer el artículo, no tiene desperdicio :=) y recuerda esas siete máximas !.


“Nos estamos volviendo quejicosos y poco reivindicativos. Y esto me preocupa. Hay una queja paralizante y una queja movilizadora. La de los profesores puede acabar en una mera estrategia de excusas “

“ Creo que para ser creíbles deberíamos quejarnos menos, trabajar más y reivindicar más pero sabiendo lo que se reclama. Me parece inaceptable que haya habido movilizaciones contra el proyecto de adelantar una semana el comienzo de curso. Esto no es de recibo. Para pedir más cosas debemos ofrecer más cosas también “

La figura del nuevo docente

1. El nuevo profesor debe concebir la educación como un proyecto ético

2. El nuevo profesor debe ser un experto en educación

3. El nuevo profesor debe entrenar para la acción

4. El nuevo profesor ha de ser un experto en resolución de conflictos

5. El nuevo profesor tiene que ser un experto en colaboración

6. El nuevo profesor deber adoptar un papel más activo

7. El nuevo profesor debe ser un buen propagandista de la educación

Enlaces de interés: